Perfeccionismo, sobrecontrol y autoexigencia formas sofisticadas de huir de la ansiedad
- bh salud mental
- 2 ago
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¿Y si correr tanto no es avanzar?
Imagina que todos los días te subes a una cinta de correr. La enciendes en su máxima velocidad, mantienes el ritmo, te esfuerzas, das lo mejor de ti. Pero nunca llegas a ningún lugar. Y aunque sabes que estás agotado(a), no te permites parar, porque piensas que, si frenas, todo se va a desmoronar.
Así viven muchas personas: corriendo para cumplir, para no equivocarse, para que todo esté bajo control. Desde fuera parecen organizadas, exitosas, fuertes. Pero por dentro, el costo es inmenso. Esta es una historia silenciosa que se repite en quienes viven atrapados en el perfeccionismo, la autoexigencia y el control constante. Y muchas veces, sin saberlo, están intentando evitar algo más profundo: la ansiedad.
Cuando hacerlo perfecto parece la única opción
Ser detallista, metódico, responsable o comprometido no es un problema. De hecho, puede traerte muchos beneficios. Te permite rendir bien, anticiparte, generar confianza en tu entorno, tener logros personales y profesionales. Y claro, todo eso se refuerza: la sociedad lo valora, tú te sientes útil, las cosas salen “como deben salir”.
Pero, ¿a qué precio?
¿Te has preguntado alguna vez para qué necesitas hacerlo todo tan perfecto?¿De dónde viene esa sensación de que, si algo se te escapa, todo está mal?¿Quién puso la regla de que “solo vale si es impecable”?
Detrás de esa aparente fortaleza, muchas veces se esconde una estrategia para calmar miedos más profundos: el miedo a equivocarse, al juicio, al fracaso o simplemente a sentir ansiedad. Hacerlo todo perfecto se convierte en una forma sofisticada de controlar la vida... y evitar sentir.
El perfeccionismo como intento de control
La autoexigencia extrema puede volverse un escudo. Un intento constante de controlar cada detalle para reducir la incertidumbre, para que no haya sorpresas, errores, ni momentos incómodos.
Pero vivir así significa estar en alerta todo el tiempo. Y la ansiedad no desaparece: solo se disfraza de responsabilidad o eficiencia. Esto puede verse en situaciones cotidianas:
En el trabajo, revisas una y otra vez tus correos antes de enviarlos por miedo a equivocarte.
En tu vida familiar, necesitas que todo esté ordenado y bajo control para sentirte tranquilo(a).
En tu relación de pareja, no expresas tus necesidades por miedo a ser visto como demasiado o insuficiente.
En tu salud, no toleras fallar en tu rutina, tus hábitos o tu desempeño.
Estas conductas tienen algo en común: intentan evitar la ansiedad, el error, el juicio... pero a cambio, te desconectan del disfrute, la espontaneidad y el equilibrio.
Las consecuencias invisibles de vivir así
Cuando llevas una vida basada en el sobrecontrol, los efectos se acumulan, aunque no siempre se noten al principio:
Contigo mismo(a): te vuelves duro(a), te castigas por los errores, minimizas tus logros. Te hablas mal internamente, como si nunca fuera suficiente.
En tu cuerpo: el ritmo sostenido sin descanso pasa factura. Falta de sueño, tensión muscular, fatiga constante.
En tus emociones: sientes culpa cuando descansas, ansiedad cuando algo se sale del plan, frustración cuando no puedes con todo.
En tu vida: pierdes la capacidad de disfrutar, de improvisar, de conectar. Y con el tiempo, puedes incluso sentir que nada tiene mucho sentido.
A veces, ese agotamiento emocional y físico es la antesala de síntomas depresivos. No porque estés roto(a), sino porque te desconectaste de vivir con libertad.
¿Y entonces, qué se puede hacer?
En bh Salud Mental trabajamos con muchas personas que llegan en este punto: cansadas, exigidas, ansiosas, con la sensación de haberlo hecho todo “bien” y aun así no sentirse en paz. Y ahí empieza otro camino: el de soltar el control y aprender a vivir con lo que no se puede controlar.
Estas son algunas de las habilidades que trabajamos en consulta para transformar esta forma de vivir:
Aceptar lo que sientes sin huir de ello: aprender a tolerar la ansiedad y las emociones incómodas, sin intentar apagarlas con control.
Identificar los patrones de sobreexigencia: reconocer cuándo el control se vuelve una trampa disfrazada de virtud.
Equilibrar el hacerlo bien con el estar bien: aprender a regular tus estándares sin sentir que estás fallando.
Cultivar la autocompasión: tratarte con amabilidad, sobre todo cuando las cosas no salen como esperas.
Elegir con intención: tomar decisiones desde tus valores, no desde el miedo.
Estas no son soluciones rápidas, pero sí transformadoras. Requieren práctica, autoconocimiento y guía profesional. Y cada paso que das hacia una vida más flexible es un paso hacia más libertad y bienestar.
Para llevar
El perfeccionismo no es solo una exigencia alta: es, muchas veces, una respuesta al miedo. Un intento de mantener todo bajo control para no sentirte ansioso(a), juzgado(a) o insuficiente.
Pero también es un camino que puede revertirse. Y no se trata de dejar de ser responsable o comprometido, sino de hacerlo desde un lugar más saludable.
¿Te sentiste identificado(a)?
Si estás viviendo con síntomas de ansiedad, agotamiento, y te cuesta soltar el control, podemos ayudarte.
Agenda tu cita y empieza a construir una vida más libre y equilibrada.




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