El valiente camino de la aceptación emocional
- bh salud mental
- 20 feb
- 2 Min. de lectura
El combate interno que nunca ganamos
Todos hemos sentido emociones incómodas: ansiedad antes de una reunión, tristeza después de una pérdida o enojo ante una injusticia. Lo común es intentar alejarnos de ellas, reprimirlas o distraernos, creyendo que así desaparecerán. Pero la realidad es que cuanto más intentamos controlar lo que sentimos, más poder les damos.
El rechazo emocional tiene dos caras: la negación y la lucha. Primero, aparece la sensación incómoda y, en lugar de permitirnos sentirla, la etiquetamos como un problema. Luego, tomamos medidas activas para evitarla: distraernos con el teléfono, comer sin hambre, evitar una conversación difícil o rumiar pensamientos tratando de encontrar una solución.
Ejemplos de esto en la vida cotidiana:
No querer sentir ansiedad social y evitar reuniones o hablar en público.
Tratar de reprimir la tristeza con frases como "no debería sentirme así".
Enfadarse por sentir miedo y buscar excusas para no enfrentarlo.
Ahogar la culpa o el estrés con trabajo excesivo, comida o distracciones.
El problema es que estas estrategias nos dan un alivio momentáneo, pero con el tiempo intensifican el malestar.
Aceptación no es resignación
La aceptación emocional no significa resignarse ni rendirse, sino estar dispuestos a experimentar nuestras emociones sin intentar controlarlas o suprimirlas. Esto requiere dos pasos:
Estar abiertos a sentir: Dejar de etiquetar nuestras emociones como "buenas" o "malas" y permitirnos experimentarlas sin juicio.
Renunciar a las estrategias de lucha: Observar qué hacemos para evitar el malestar y preguntarnos si esas estrategias nos acercan o nos alejan de la vida que queremos vivir.
Esta es una habilidad que se puede desarrollar y fortalecer con la práctica.
La aceptación emocional no ocurre de un día para otro. Como cualquier otra habilidad, se entrena. Aquí te dejamos algunos pasos para cultivarla:
Reconocer la emoción sin juzgarla: En lugar de decir "No quiero sentir esto", prueba con "Estoy sintiendo tristeza y está bien".
Observar la emoción en el cuerpo: ¿Dónde la sientes? ¿Cómo se manifiesta físicamente? Al notar su presencia, en lugar de evitarla, simplemente obsérvala.
Hacer espacio para la emoción: En lugar de intentar que desaparezca, date permiso para sentirla sin reaccionar automáticamente.
Actuar valientemente: Pregúntate: "Si esta emoción no fuera un obstáculo, ¿qué haría en este momento?" y hazlo, aunque el malestar siga ahí.
Un ejercicio para empezar
La próxima vez que sientas una emoción incómoda, en lugar de evitarla, prueba lo siguiente:
Detente un momento y respira profundamente.
Ponle un nombre a la emoción sin juzgarla (ejemplo: "estoy experimentando ansiedad").
Observa cómo se siente en tu cuerpo, sin intentar cambiarla.
Pregúntate: "Si esta emoción no fuera un obstáculo, ¿qué haría en este momento?" y hazlo.
Para recordar
Las emociones no son el problema, la lucha contra ellas sí lo es. La aceptación emocional no es resignación, es una habilidad que se desarrolla con la práctica. Abrirnos a nuestras emociones nos permite vivir con mayor libertad y autenticidad.
El reto no es eliminar lo que sientes, sino aprender a convivir con ello sin que dicte tu vida.
¿Estás listo para empezar a practicar?
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