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Cultivar la autocompasión: Cómo dejar de ser tu peor crítico

  • Foto del escritor: bh salud mental
    bh salud mental
  • 10 mar
  • 3 Min. de lectura
La crítica en tu cabeza

Piensa en la última vez que cometiste un error. Tal vez dijiste algo que no debías, fallaste en una tarea importante o no cumpliste con tus propias expectativas. ¿Cómo te hablaste en ese momento? Para muchas personas, la respuesta es clara: con dureza, con frases como "qué tonto soy", "no sirvo para esto" o "otra vez lo hice mal".


Esta voz autocrítica nos acompaña desde hace mucho tiempo y, aunque puede parecer nuestro peor enemigo, en realidad ha tenido un propósito: empujarnos a mejorar, corregirnos, evitar el fracaso. Pero, ¿a qué costo?


El papel oculto de la autocrítica

La autocrítica desmesurada no surge porque sí. A lo largo de la vida, probablemente aprendimos que ser duros con nosotros mismos nos ayudaba a rendir mejor, a evitar errores o a encajar en lo que otros esperaban de nosotros. Nos han servido para impulsarnos, para corregirnos, para "castigarnos" cuando no cumplimos con lo que creemos que deberíamos hacer.


Pero cuando estas estrategias se convierten en el único método de regulación, se vuelven agotadoras. En lugar de ayudarnos, comienzan a drenarnos emocionalmente, generando ansiedad, miedo al fracaso y una sensación constante de no ser suficiente.


¿Cómo reconocer la autocrítica en el día a día?

La autoexigencia desmesurada se cuela en muchos momentos cotidianos, muchas veces sin que nos demos cuenta. Algunos ejemplos:


  • Después de un error: "No puedo creer que haya fallado en esto. Soy un desastre."

  • Al compararnos con otros: "Los demás lo hacen mejor que yo. Nunca seré suficiente."

  • Cuando intentamos descansar: "No estoy haciendo nada productivo, debería estar aprovechando el tiempo."

  • En relaciones personales: "Si no soy perfecto, nadie me va a querer o respetar."


Esta voz crítica se siente como una forma de control, pero en realidad, nos encierra en una espiral de insatisfacción constante.


El costo de vivir con autocrítica constante

Si bien la autoexigencia puede dar resultados a corto plazo, a largo plazo trae costos significativos:


  • A nivel personal: Aumenta el estrés, la ansiedad y la sensación de insuficiencia.

  • En las relaciones: Genera rigidez y distancia, ya que si somos duros con nosotros mismos, es probable que también lo seamos con los demás.

  • En la motivación: Paradójicamente, en lugar de impulsarnos, el miedo a fallar nos paraliza, evitando que tomemos riesgos o exploremos nuevas oportunidades.


Entonces, ¿cuál es la alternativa? Aquí es donde entra la autocompasión flexible.


Autocompasión flexible: el antídoto a la autocrítica

La autocompasión no es lo mismo que conformismo o falta de responsabilidad. No significa ignorar los errores o evitar la autoevaluación. Es una forma más amable y flexible de tratarnos a nosotros mismos cuando fallamos. Es reconocer que el error es parte del proceso de aprendizaje y que no necesitamos castigarnos para mejorar.


¿Cómo empezar a practicarla?

  1. Cambia el tono de tu diálogo interno: En lugar de hablarte con dureza, prueba con un tono más comprensivo. En vez de "qué desastre soy", intenta "esto fue un error, pero puedo aprender de ello".

  2. Observa tu voz crítica sin dejarte atrapar: Cuando aparezca un pensamiento autocrítico, en lugar de discutir con él o tratar de eliminarlo, simplemente obsérvalo y deja que pase. Puedes imaginarlo como una nube en el cielo que se mueve con el viento.

  3. Prueba una respuesta diferente: Si tu primer impulso es culparte o castigarte, intenta responder con curiosidad: "¿Cómo podría tratarme de una manera más útil en esta situación?".

  4. Recuerda que la imperfección es parte del proceso: Todos cometemos errores. En lugar de verlos como fracasos, acéptalos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.


Para recordar

  • Tu autocrítica no es tu enemiga, pero tampoco es la única forma de mejorar.

  • La autoexigencia extrema tiene un costo alto: no necesitas ser perfecto para ser valioso.

  • Tratarte con compasión no significa conformarte, sino darte la oportunidad de aprender sin destruirte en el proceso.


Cultivar la autocompasión flexible no hará que dejes de esforzarte, sino que te permitirá hacerlo desde un lugar más saludable y sostenible. ¿Estás listo para tratarte con la misma comprensión que le darías a alguien que quieres?









2 Comments

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Alex
Mar 14
Rated 5 out of 5 stars.

Totalmente identificado, que interesante verlo de esta manera, la mayoría tenemos nuestros peores criticos en nuestra propia cabeza.

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Mariana
Mar 11
Rated 5 out of 5 stars.

Me siento muy identificada con esta entrada. Muchas veces me he hablado con dureza después de un error, sin darme cuenta del impacto que tiene en mi bienestar. Me encanta la idea de practicar la autocompasión flexible y aprender a tratarme con más amabilidad. ¡Definitivamente algo en lo que quiero trabajar! 🙂

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