Ataques de pánico: cuando el miedo te asusta más que la realidad
- bh salud mental
- 19 ago
- 3 Min. de lectura
El miedo, nuestro guardián y sus desajustes
El miedo es una de las emociones más poderosas que tenemos. Es como una alarma interna que nos protege: si un carro se acerca a toda velocidad, esa descarga de miedo nos hace reaccionar y apartarnos. Gracias a él, hemos sobrevivido como especie.
Pero, ¿qué ocurre cuando esa alarma empieza a sonar a todo volumen sin que haya un verdadero peligro? Imagina que la alarma de incendios de tu casa se activa cada vez que hierves agua o enciendes una vela. Eso mismo ocurre con el pánico: el sistema de defensa, diseñado para salvarte, se descompone y empieza a reaccionar de manera exagerada ante situaciones que no son realmente peligrosas.
Con esto en mente, surge la pregunta natural: ¿qué es exactamente un ataque de pánico y cómo puedo reconocerlo cuando aparece?
Un ataque de pánico es como una tormenta eléctrica que aparece de repente en un cielo despejado. Se caracteriza por:
Respuesta súbita de miedo intenso, con activación física muy fuerte (taquicardia, falta de aire, sudoración, mareo y muchas otras).
Interpretaciones catastróficas de esas sensaciones: “me va a dar un infarto”, “voy a perder el control”, “me voy a volver loco”, “me voy a morir”
Temor persistente a que se repita, que te deja en vigilancia constante en nuevas situaciones.
Evitación de situaciones y desarrollar más y más uso de conductas de “seguridad” (salir acompañado, llevar agua o medicación “por si acaso”, sentarte cerca de la salida, etc.).
El círculo del pánico: cómo funciona
El pánico no es aleatorio, sigue un patrón:
Se activa la alarma descompuesta: tu cuerpo reacciona con ansiedad sin un peligro real.
La atención se engancha a las sensaciones: corazón acelerado, falta de aire, mareo.
Interpretaciones de amenaza: “esto significa que algo terrible va a pasar”.
La reacción aumenta: recibes el mensaje de “peligro” y sube aún más la intensidad.
Se cierra el bucle: cuanto más temes al miedo, más crece el miedo.
La consecuencia es que comienzas a temer, no a las situaciones en sí, sino a sentir de nuevo esas sensaciones. Y entonces aparece la evitación: dejas de salir solo, evitas esfuerzos físicos, te alejas de lugares concurridos. La vida se va encogiendo, como quien se encierra en un cuarto seguro… donde no hay alarma, pero tampoco hay vida.
Aquí es clave entender por qué las técnicas de relajación o distracción, aunque pueden aliviar de forma temporal, no solucionan el problema de raíz. Funcionan como paños de agua tibia: si cada vez que sientes ansiedad al conducir te bajas del coche y esperas a “calmarte”, quizá baje la tensión, pero tu sistema nunca aprende que conducir no es peligroso y que puedes tolerar esas sensaciones. Si repites ese patrón, la ansiedad se mantiene igual o incluso crece, porque sin exposición real no hay reaprendizaje.
¿Cómo trabajamos en bh los ataques de pánico?
En bh Salud Mental sabemos que decirte “el ataque de pánico no te va a matar” no basta. Esa frase, aunque cierta, no cambia tu experiencia. Lo importante no es convencerte con palabras, sino ayudarte a reaprender por experiencia nuevas formas de relacionarte y desarrollar la habilidades necesarias para hacerlo.
El tratamiento más efectivo para el pánico se centra en:
Entender tu mapa personal del pánico: identificar disparadores, sensaciones y pensamientos que lo mantienen.
Reentrenar la relación con las sensaciones: dejar de huir del miedo y aumentar la tolerancia al malestar.
Exposición gradual y segura a lo que temes: no para “apagar” mágicamente el miedo, sino para que tu sistema nervioso aprenda que no estás en verdadero peligro.
Piensa en cuando aprendiste algo que te imponía respeto: hablar en público, nadar, subir a una montaña. Al principio el cuerpo protestaba, con la práctica repetida y guiada, la alarma se recalibra. Lo mismo ocurre con el pánico: necesitas experiencias repetidas de que puedes sentir esas sensaciones sin que pase lo que temes. Con el tiempo, la intensidad baja, tu vida crece y el miedo vuelve a ser lo que es, una alarma calibrada para protegerte ante peligros reales.
En conclusión
El pánico no es un enemigo a destruir, sino una alarma que necesita ajuste. Con un proceso terapéutico basado en evidencia, puedes dejar de temer al miedo, recuperar tu autonomía y volver a elegir tu vida por encima de la evitación.
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En bh Salud Mental te acompañamos a superar los ataques de pánico con herramientas prácticas y estrategias científicas. No se trata de vivir sin miedo, sino de vivir con libertad.




Es muy cierto lo que se describe así pasa, hace falta mucha información para las personas que sufrimos esto. Muy buen texto
Algunos de las situaciones mencionadas las he experimentado, es algo difícil de entender y asimilar.
Gracias por su orientación, es de gran ayuda!!!
muy buena esta entrada del blog, muchas gracias por tan valioso contenido.